jueves, 22 de enero de 2009
Mirra: símbolo del hombre
La mirra es una sustancia perfumada que los antiguos tenían por un bálsamo precioso. Fue el regalo que el rey árabe, Baltasar, presentó a Jesús en el pesebre. Como se trataba de una resina que se utilizaba para embalsamar, se cree que el símbolo podía estar aludiendo a la muerte de Jesús, hombre.
Para los esotéricos, su utilización milenaria como coraza espiritual los lleva a identificarlo con el elemento Aire, la fuerza de lo Superior que se convocaba a través de su consumo. Sin embargo, debido a su alto poder, es un aceite no recomendado para utilizar durante los embarazos, pues puede llegar a desestabilizar.
En Egipto, la mirra era quemada en los rituales de bienvenida a la diosa Osiris, y a la llegada de la Noche (el Día era venerado con Incienso). Pero no era la única civilización que tenía conocimiento de sus propiedades. En Grecia, los soldados que partían para la guerra la llevaban consigo en forma de ungüento, con el que se protegían de influencias mágicas negativas al mismo tiempo que cicatrizaban sus heridas.
De esto se desprende que ya entonces se conocían sus cualidades astringentes y antisépticas, además de cicatrizantes, y es por esta misma razón que el aceite esencial de mirra aún hoy en día, da pruebas de su efectividad en el tratamiento aromaterapéutico de úlceras y heridas, acelerando los procesos curativos y cicatrizantes en forma notable. En casos de hemorroides, también es un excelente ayudante.
Qué es mirra
La mirra (del latín myrrha) es una sustancia rojiza resinosa aromática. Se trata del jugo lechoso del tallo de un árbol llamado Commiphora abyssinica, árbol de Arabia, común en medio oriente y Somalia.
Muy valorada en la antiguedad ya que era uno de los componentes para la elaboración de perfumes, incienso, ungüentos y medicinas. Se usaba también para embalsamar a los muertos.
Pero su uso más difundido en la parte clínica es el de regulador de las funciones respiratorias, donde se hace más notable su función estimulante y fortalecedora.
Su efecto en la zona pulmonar se destaca especialmente en dos funciones:
• Como expectorante, es de un incalculable valor para la limpieza en casos de bronquitis, tos, catarro o resfríos.
• Como desinflamante de las mucosas nasales, estimula la respiración fluida.
Desde otra óptica, la mirra, aplicada en un masaje sobre la zona abdominal, abre el apetito provocando una mayor secreción de jugos gástricos, de ahí que acompañe los tratamientos de las personas en estado depresivo y en algunos casos la anorexia. Al mismo tiempo, y también dentro de las funciones digestivas, evita la fermentación de los alimentos colaborando en la supresión del mal aliento de origen estomacal. En el cuidado de la piel, este aceite es indicado para tratar pieles envejecidas o inflamadas. El ritual mágico de la aplicación de Mirra sobre la piel, era muy difundido entre la realeza de las antiguas civilizaciones.
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