lunes, 29 de diciembre de 2008
Un antiguo remedio contra la resaca que hoy es un verdadero lujo gastronómico.
Desde que el hombre descubrió, o inventó, las bebidas alcohólicas, se han dedicado infinidad de esfuerzos a solucionar un problema relacionado al consumo de esas bebidas: la mañana siguiente, lo que muchos conocemos como "resaca".
Entre los muchos remedios naturales para combatir esa sensación tan desagradable ha habido de todo, tanto líquidos como sólidos. Ademas de recetas caseras, existen para la venta remedios naturales preventivos contra la resaca y otros que actuan despues del exceso para aliviar los sintomas de una manera segura y efectiva. Pero uno de los más raros y poco conocidos es desayunarse con unas ostras.
No parece que sus efectos antirresaca hayan sido demostrados, pero se sabe que la imaginación funciona muy bien incluso en estos casos.
Hoy, prácticamente la totalidad de las ostras que se consumen proceden de criaderos y, teóricamente, cuentan con todas las garantías sanitarias.
Fundamentalmente consumimos tres tipos de ostra. La clásica, la más apreciada, es la ostra plana ("Ostrea edulis"), cuyas valvas es en efecto, plana. Las míticas "belon 00" (el número de ceros depende del diámetro del molusco. Luego están las ostras que podemos llamar "cóncavas"... aunque por fuera sean convexas. Hay, básicamente, la "Crasostrea angulata" o "portuguesa" y la "Crasostrea gigas" o "japonesa".
La medida ideal para comer ostras es la docena, aunque como aperitivo se come la mitad. Es usual poner unas gotas de limón sobre cada ostra. Los franceses sirven, además, un platito con rebanadas de pan, blanco o preferiblemente de centeno, y mantequilla, una rebanada untada con mantequilla es un agradable intermedio cada tres ostras. Hay quien también le hecha pimienta.
Hay una vieja receta en donde una vez abiertas con cuidado las ostras necesarias, se extraen de sus valvas y se pasan por harina de maíz, apretando un poco para que se adhiera y eliminando el sobrante con una leve sacudida. Luego se fríen en aceite muy caliente y, cuando la capa externa está dorada, se escurren sobre papel absorbente.
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