miércoles, 1 de febrero de 2017

Practica estos principios y conquista el mundo

Todos tenemos un íntimo deseo de superación. Alcanzar una meta, cumplir un propósito, emular a alguien que admiramos. Es un sentimiento primordial que manifestado en miles de formas diferentes ha llevado a la raza humana a conquistar el mundo.

Ten fé

La fé es una fuerza poderosa. El poder de la fé se manifiesta de muchas maneras. Nos puede curar de males físicos como el dolor y el mal de Parkinson. Ha sido demostrado por el método científico en muchas investigaciones. No tienes que seguir una religión o una filosofía para tener fé en ti mismo. Sabes que el mundo está lleno de cosas que no puedes cambiar y que probablemente han sido causa de proyectos fallidos.

Pero puedes diferenciar esas causas de aquellas que han estado bajo tu control y con ese conocimiento de ahora en adelante utilizar como una experiencia de aprendizaje para hacerte cada vez mas sabio y resistente. Porque tienes fé de con tu continuo esfuerzo podrás hacer un mundo mejor. Es en realidad orgullo propio; como quiera aprendí algo nuevo. Aprendí algo nuevo y lo voy a convertir en una acción. Y cada vez que ejecuto esa acción, mi intención es que quede mejor que la vez anterior, prometiéndome que la próxima vez lo puedo hacer un poquito mejor. No hay mayor gozo que aprender algo nuevo y aplicarlo, aunque no se reciban cumplidos o dinero inmediato. Te dices a ti mismo: mi mente todavía trabaja. Todavía puedo hacer algo nuevo, crear algo nuevo, seguir mejorando en algo. Y tener la esperanza de un futuro mejor que el presente.

El tener paciencia y fé se admira en muchas disciplinas. La medicina es un ejemplo. En el fabuloso articulo de Atul Gawande, The Heroism of Incremental Care, Atul explora la falacia de favorecer procedimientos médicos únicos y de resultados instantáneos, mientras se olvida a los médicos que tienen fé en la atención constante e íntima. Atul menciona varios ejemplos de médicos que practican esta forma de pensar donde con pequeños y continuos pasos, se puede ayudar más a las personas.

A nivel individual, Jeff Wise repasa en su artículo, To Change Your Life, Learn How to Trust Your Future Self, las investigaciones en la psicología de escoger entre opciones presentes y futuras. Nuestro cerebro está alambrado para darle prioridad y destacar opciones que den resultados inmediatos. Presentados con estudiar un libro de autosuperación o salir en ese momento con los amigos, la mayoría de nosotros escogerá los amigos. No es suficiente la fuerza de voluntad para optar por algo que va dar resultados futuros a costa de obtener algo en el presente. Nuestro subconsciente no es influenciado por lo que creemos acerca de nosotros mismos, o lo que nos decimos mientras nos miramos en el espejo, sino por lo que hacemos. Tenemos que desarrollar la fé en nuestro propio comportamiento futuro ejecutando acciones en el presente. A esto Jeff ofrece un algoritmo muy práctico e invito al lector a leer el artículo completo.



Quítate las etiquetas

Estás sobre cualificado–cuando en realidad lo que quieren decir es que éstas mayor y no creen que puedas hacer el trabajo. O te consideras introvertido y lo que te gustaría hacer no va con esa característica de personalidad. Esas son etiquetas, externas e internas, que te pueden limitar. Las personas exitosas no se dejan etiquetar. Si alguna vez has tomado una prueba de personalidad sabes que no hay un punto firme. Una línea como una frontera que claramente delimita–en este lado es blanco y si cruzas la raya es negro. No, los resultados son rangos porque somos una integración de vivencias individuales. Podemos ser capaces, si nos lo proponemos, de hacer mucho más de lo que creemos. Hay que seguir el corazón y la intuición–no lo que esté descrito en una etiqueta. Mucho se habla y se alaba la diversidad, empieza a ponerlo en práctica.

Cambia negativo por positivo

Los días tienen 24 horas; exitoso o deprimido, rico o pobre, es igual para todo el mundo. No importa lo que haya pasado, cada día comienza una cuenta nueva. En vez de quejarte sobre tu situación utiliza esas nuevas horas para estudiar tu situación y usar las experiencias que has vivido como el inicio de una estrategia de superación. Como toda estrategia tienes que establecer metas y prioridades. Crea un marco de referencia sobre el cual puedas ir cuando tengas dudas de lo que debes hacer. No te dejes llevar por la negatividad de pensar que es muy difícil o nunca lo he hecho. Cuídate de aquellos que te puedan decir lo mismo en vez de ofrecer apoyo, no un apoyo ciego o incondicional, pero busca una persona que te sirva de tabla armónica. Que oiga tu “canto” y te ayude a sincronizar tus pensamientos y emociones en una melodía armoniosa que inspire tu crecimiento espiritual y profesional de una forma positiva. De esta forma podrás seguir dándole frente a los problemas. Porque para ayudar a otros y enfrentar al mundo tienes que empezar contigo. Convierte tus experiencias y situaciones negativas en deseos de superación y aprendizaje con acciones realizables.

Crece tu equipo

Nadie vive solo. Ya sea que eres un auto emprendedor o trabajes para una empresa, sabes que una de las claves del éxito es rodearte de personas exitosas. Tu equipo no tiene que ser una relación directa como patrono y empleado o comprador y vendedor. Puede ser un mentor o una persona cercana a ti que te sostenga emocionalmente. Si tienes hijos puede que sean la inspiración y el propósito de mejorar sus vidas lo que te impulse. Ni siquiera tiene que ser una persona. Un libro de consejos prácticos a los que puedes hacer referencia. Un blog cuyo contenido te inspire. Tus compañeros en trabajo voluntario, porque no hay mayor placer y satisfacción que servir a otros. Todo éso puede formar parte de tu equipo; contigo en las buenas y en las malas.



Aprende a vivir

Me preparo para una caminata. Cabeza en alto, espalda derecha. Que sea el paisaje, la luz, los sonidos, y la brisa los protagonistas; no mis pensamientos o preocupaciones. Absorber la existencia del paisaje que observamos y las sensaciones que nos acarician, para que sea una hora de relajación y ejercicio. Bueno para el cuerpo y bueno para la mente. Ese es mi enfoque cuando empiezo una caminata; vivir el momento.

Afortunadamente para muchos de nosotros, vivimos en una sociedad de ley y orden donde muchas de nuestras necesidades básicas están cubiertas: comida, techo, seguridad. A diferencia de nuestros antepasados, miles de años atrás, donde sobrevivir era un reto diario y real.

Es interesante la frase “sobrevivir día a día” en el contexto del mundo moderno y especialmente si tenemos la dicha de vivir en una sociedad progresista. Implica un peligro presente que no hemos podido superar. Un suceso que continúa y que requiere atención constante, sin una acción inmediata que lo resuelva y que nuestra mente olvide. No se te quita del pensamiento: "Si las cosas siguen así…va a pasar esto". Y ahí está el detalle–¿Cúanto va a durar esta situación que me mantiene en “modo de supervivencia”?–eso nadie lo sabe; solo Dios, el destino o el Universo, escoja su preferencia, y el/ella/eso no va a soltar prenda. Suena muy bonito decir:“El futuro lo haces tú mismo usando lo que tienes en el presente”, pero no toma en cuenta lo impredecible. Por eso yo prefiero el consejo: “Vive el presente porque no sabes que te espera en el futuro”.

Vivimos en un mundo natural experimentando emociones y deseos, fracasos y éxitos a la misma vez que andamos en un mundo singular a nuestra situación individual. Aplica estos principios regularmente y podrás conquistar tu mundo.

lunes, 30 de enero de 2017

Legalmente eres un adulto pero tu cerebro puede que no lo sea

Adulto legalmente, cerebro de adolescente.

Es otro dilema que las investigaciones y nuevas tecnologías han levantado. Están envueltos jueces y abogados, todo el aparato legal. Los mecanismos legales que sostienen nuestra sociedad se enfrentan a nuevos hechos de como nuestro cerebro funciona y la capacidad de jóvenes adultos en tomar decisiones. La edad en que las cortes de Estados Unidos te consideran un adulto es los 18 años. Nebraska y Alabama son la excepción, con 19 años.

En otras palabras, a los 18 o 19 años, la sociedad considera que ya tu posees el proceso cognitivo necesario para seleccionar una creencia o curso de acción entre varias posibilidades que se te presenten. Y si tu selección o curso de acción conflije con la ley, puedes terminar como protagonista obligado de un proceso legal. Y este es el dilema que nuevas investigaciones y tecnologías han levantado. A medida que tú maduras la remodelación del cerebro se ralentiza, pero en el lóbulo frontal se siguen formando nuevos vínculos hasta los 30 años. A tus 18 o 19 años tu cerebro, y consecuentemente tu habilidad de tomar decisiones no ha llegado a su óptima capacidad.

Leah H. Somerville es una neuróloga de Harvard. Parte de su trabajo es aconsejar e interpretar las más recientes investigaciones a grupos y organizaciones no científicas. A menudo esa audiencia consiste de jueces que vienen a escucharla hablar sobre cómo se desarrolla el cerebro. Es un tema del cual dependen muchas decisiones legales. ¿A qué edad se puede condenar a la muerte? ¿Quien puede votar? ¿Puede un joven de 18 años tomar decisiones importantes para su vida, su familia o la sociedad en general?

Con nuevas herramientas tecnológicas disponibles para examinar nuestro cerebro, científicos como la Dra. Somerville han aprendido mucho en los últimos años. Pero es un cuadro complejo, imposible de explicar sencillamente, o de usar para tomar decisiones políticas. Como explica la Dra. Somerville:

"A menudo, la primera pregunta que recibo al final de una presentación es: OK, todo es muy interesante, ¿pero cuando el cerebro está terminado? ¿Cuándo se desarrolla? Y la respuesta que tengo que dar es muy insatisfactoria para ellos".

Tu cerebro alcanza su volumen adulto a los 10 años, pero las neuronas que lo componen siguen cambiando durante años. Se podan las conexiones entre las neuronas vecinas y se crean nuevos vínculos con otras áreas más alejadas. La poda en el lóbulo occipital en la parte posterior del cerebro disminuye a los 20 años. En el lóbulo frontal nuevos vínculos se siguen formando a los 30 años, si no más allá. Cabe notar que el lóbulo frontal es el responsable de procesos cognitivos complejos conocidos como funciones ejecutivas. A medida que la anatomía del cerebro cambia su actividad también cambia. En el cerebro de un niño las regiones vecinas tienden a trabajar juntas. En los adultos las regiones distantes comienzan a actuar en concierto. Los neurocientíficos han especulado que esta armonía a larga distancia permite al cerebro adulto trabajar más eficientemente y procesar más información. Pero aún no está claro cómo este proceso influye en el comportamiento.

Y esa es la especialización de la Dra. Somerville: estudiar cómo los cambios en el cerebro afectan cómo pensamos. Los adolescentes miden tan bien como los adultos en las pruebas de cognición. Pero con fuertes emociones esas puntuaciones pueden desplomarse. Parece ser que los adolescentes todavía no pueden mantener las emociones bajo control.

En un estudio publicado en Psychological Science, los autores estudiaron a un grupo de 18 a 21 años de edad. Estando bajo un escáner fMRI se les pidió que miraran a un monitor presionando un botón cada vez que vieran caras con cierta expresión; felices, asustadas o neutrales. Y en algunos casos a los participantes se les dijo que podrían oír un ruido fuerte y retumbante al final de la prueba. Cuando no hubo ruido, sujetos en sus 20 años y mayores lo hicieron igualmente bien. Pero cuando esperaban un ruido, sujetos en sus 20 años lo hicieron peor. Las exploraciones cerebrales revelaron que las regiones del cerebro en las que se procesan emociones eran inusualmente activas, mientras que las áreas dedicadas a mantener esas emociones bajo control eran débiles en comparación.

"Jóvenes adultos parecían adolescentes", dijo Laurence Steinberg, psicólogo de la Universidad de Temple y autor del estudio.

El Dr. Steinberg estuvo de acuerdo con la Dra. Somerville en que toma largo tiempo para que el cerebro madure. Sin embargo, piensa que los estudios recientes contienen algunas lecciones importantes para los políticos y el sistema judicial. Ha propuesto, por ejemplo, que la edad para votar se reduzca a 16. "Los jóvenes de dieciséis años son igual de buenos en razonamiento lógico que los ancianos", dijo Steinberg.  Y las cortes deben tener en cuenta la poderosa influencia de las emociones en personas en sus 20 años.

"La mayoría de las situaciones delictivas en las que los jóvenes están involucrados son emocionalmente impactantes; están asustados, o están enojados, intoxicados o lo que sea", dijo el Dr. Steinberg. La Dra. Somerville, por otro lado, dijo que todavía no estaba preparada para ofrecer sugerencias específicas basadas en su investigación. "Todavía estoy en la etapa de aprendizaje, por lo que dudaría en indicar algo en particular", dijo.

Pero no se puede etiquetar a personas en categorías sencillas, como por ejemplo etiquetar a menores de 18 años como niños y a mayores de 18 como adultos. "Nada mágico ocurre a esa edad", dijo la Dra. Somerville.

jueves, 26 de enero de 2017

Supera estos retos y conquista el mundo

Al empezar a trabajar en superar estos retos es importante que estés en tu mejor "forma" mental. Considera remedios naturales para tu salud física y mental, especialmente aquellos que promuevan la calma y la relajación.



martes, 24 de enero de 2017

Tienes que hacer ejercicio por tu salud, no para rebajar

Estás pensando. "Estoy trabajando duro", ya que tu cuerpo esta lleno de sudor. "La bicicleta y la trotadora quemaron por lo menos 800 calorías". "Es viernes; una ducha y luego unos tragos con los amigos".

Ejercicio es igual a perder peso. Puedes beber y comer lo que sea, no lo pienses mucho. Para eso pagas una membresía en el gimnasio. Sólo hay un problema. Esa manera de pensar no sólo es incorrecta, sino que te engaña si estás luchando contra la obesidad.


¿Por qué? ¡El ejercicio es excelente para nuestra salud!

La ciencia ha respondido: No importa cómo ejercitarte reduzca o no tu cintura, es bueno para tu mente y cuerpo.

El Cochrane Review de investigación científica encontró que, mientras que el ejercicio condujo a sólo una modesta pérdida de peso, los participantes del estudio vieron beneficios para su salud. Reducción de la presión arterial y los triglicéridos. Reducción del riesgo de diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. El ejercicio también puede ayudar a mantener el peso cuando se usa junto con la observación de cuantas calorías consumes. En resumen, el ejercicio es como medicina para mejorar muchas condiciones de salud.


6 razones respaldadas por la ciencia de por qué el ejercicio por sí solo no te ayudará a rebajar

1) Sólo ejercicio es casi inútil para perder peso

Una revisión en el 2001 de estudios de intervención con ejercicio encontró que después de 20 semanas la pérdida de peso era menos que lo esperado. El aumento del gasto energético por ejercicio no tuvo correlación con la pérdida de peso.

Los investigadores han seguido personas que corren maratones, gemelos jóvenes sedentarios y mujeres post-menopáusicas con sobrepeso que empezaron a correr o tuvieron sesiones de entrenamiento personal. Los resultados han sido similares, con la gente perdiendo sólo unas pocas libras, incluso bajo dietas controladas.

Pensar en la pérdida de peso como un simple proceso de "calorías hacia adentro, calorías hacia fuera" es simplista. Los investigadores ahora piensan en el equilibrio energético humano como "un sistema dinámico y adaptable". Cuando se altera un componente - menos calorías al comer o haciendo más ejercicio de lo habitual - el sistema cambia la cantidad de calorías que se queman y, a su vez, el peso corporal.

2) El ejercicio sólo cuenta como una pequeña parte en la quema diaria de calorías.

Las calorías extras quemadas por el ejercicio sólo representan una pequeña parte de tu gasto total de energía.

"En realidad," dice Alexxai Kravitz, neurocientífico e investigador de la obesidad en los Institutos Nacionales de Salud, "es sólo alrededor del 10 al 30 por ciento [del gasto energético total] dependiendo de la persona". "Excluyendo atletas profesionales que entrenan como trabajo".

Hay tres componentes principales para el gasto energético, explicó Kravitz:

1) la tasa metabólica basal (aquí hay una calculadora), o la energía utilizada para el funcionamiento básico cuando el cuerpo está en reposo;

2) la energía utilizada para descomponer los alimentos;

3) la energía utilizada en la actividad física.

Tenemos poco control sobre nuestra tasa metabólica basal que representa de 60 a 80 por ciento del gasto energético total. La digestión de alimentos representa aproximadamente el 10 por ciento.

Eso deja solamente 10 a 30 por ciento para la actividad física, con el ejercicio representando menos que eso. A menos que tu seas un atleta profesional o te ganes la vida a través del ejercicio, la visita diaria o semanal al gimnasio no contribuirá significativamente a tu gasto energético.

3) El ejercicio puede socavar la pérdida de peso

Cuánto nos movemos se conecta a cuánto comemos. Y el ejercicio te va a dar hambre - tan hambriento que podrías consumir más calorías de las que acabas de quemar.

Un estudio de 2009 muestra que la gente aumentaba su cantidad de alimentos después del ejercicio. Otra revisión de estudios de 2012 encontró que la gente sobreestimó cuánta energía el ejercicio quemó y comió más.

También hay evidencia que sugiere que algunas personas disminuyen su actividad después de un entrenamiento, usando menos energía en sus actividades no relacionadas con el gimnasio. Puede que decidan descansar o tomar el ascensor en vez de las escaleras.

Estos cambios se llaman "comportamientos compensatorios" - ajustes inconscientes hechos para neutralizar nuestro entrenamiento.

4) El ejercicio puede causar cambios fisiológicos que nos ayudan a conservar la energía

Recuerdas "un sistema dinámico y adaptable" en la razón # 1? Aquí se explica.

Las teorías más intrigantes sobre por qué el ejercicio no aporta significativamente a la pérdida de peso es que nuestros cuerpos regulan el gasto de energía después del ejercicio.

Los investigadores han descubierto un fenómeno llamado "compensación metabólica".

"Cuanto más estresas tu cuerpo, pensamos que hay mecanismos compensatorios que cambian teniendo en cuenta el nivel de ejercicio en el que te estás esforzando", dijo Lara Dugas, fisióloga del ejercicio de la Universidad de Loyola. En otras palabras, nuestros cuerpos pueden luchar contra nuestros esfuerzos para perder peso.

En un estudio publicado en la revista Obesity Research en 1994, los investigadores sometieron a siete pares de gemelos idénticos a un período de 93 días de ejercicio intenso. Durante dos horas al día, se ejercitaban en una bicicleta estacionaria. Los gemelos eran supervisados 24 horas al día y alimentados por nutricionistas que medían cada caloría para asegurarse de que su ingesta de energía se mantuviera constante.

A pesar de pasar de sedentarios a pasar un par de horas de ejercicio casi todos los días, los participantes sólo perdieron alrededor de 11 libras en promedio. Algunos perdieron tan poco como 2 libras, mientras que otros hasta 17 libras, casi todo debido a la pérdida de grasa. Los gemelos también quemaron 22 por ciento menos calorías a través del ejercicio que los investigadores esperaban.

A modo de explicación, los investigadores notaron que las tasas metabólicas basales de los sujetos se modificaron y estaban gastando menos energía fuera de sus dos horas de ejercicio diario.

Dugas llamó a este fenómeno "parte de un mecanismo de supervivencia". La hipótesis es que el cuerpo conserva energía para intentar no usar la grasa almacenada, guardándola para necesidades energéticas futuras. Los investigadores aún no saben por qué sucede esto, y cuánto tiempo los efectos persisten en las personas.

5) El gasto energético podría tener un límite superior

Otra hipótesis es que el gasto energético llega hasta cierto punto.

Un estudio reclutó a 332 adultos de Ghana, Sudáfrica, Seychelles, Jamaica y Estados Unidos. Siguiéndolos durante ocho días, los investigadores recopilaron datos sobre su actividad física y la energía quemada. Clasificaron a las personas en tres tipos: sedentarias, moderadamente activas (que se ejercitaban dos o tres veces por semana) y las súper activas (que hacían ejercicio todos los días).

En ellos, la actividad física representó sólo el 7 a 9 por ciento de la variación en las calorías quemadas entre los grupos. Las personas moderadamente activas quemaban más energía que las personas sedentarias (alrededor de 200 calorías cada día). Por encima de eso, la energía consumida parecía llegar a un tope.

"Después de ajustar por tamaño corporal y la composición", concluyeron los investigadores en el estudio, "el gasto total de energía se correlacionó positivamente con la actividad física, pero la relación fue marcadamente más fuerte en el rango más bajo de la actividad física".

En otras palabras, después de una cierta cantidad de ejercicio, la quema de calorías no se mantuvo al mismo ritmo. El gasto energético total se estabilizó. En esta hipótesis, el cuerpo se adapta al aumento de la actividad física mediante la reducción de la energía gastada en otras actividades fisiológicas.

En este "modelo restringido" del gasto energético, el efecto de una mayor actividad física sobre el cuerpo humano no es lineal; el cuerpo está tratando de mantener un nivel de gasto energético, no importa cuán activo seas.

6) El gobierno y la industria alimentaria están dando consejos que no son respaldados por la ciencia

Estamos perdiendo la batalla de la obesidad porque estamos comiendo más que nunca. Sin embargo, el mito del ejercicio para rebajar sigue siendo utilizado por la industria de alimentos y bebidas.

Coca-Cola fue recientemente expuesto por el New York Times por financiar investigadores de la obesidad que hacen hincapié en la falta de actividad física como la razón para ganar peso. Es sólo una de las muchas empresas de alimentos que nos están animando a hacer más ejercicio (y seguir comprando sus productos): PepsiCo, Cargill y Mondelez han enfatizado la falta de actividad física como causa de la obesidad.

Pero este enfoque en las calorías que se pueden quemar con el ejercicio, es "un enfoque inadecuado y peligroso, ya que es susceptible de alentar a la gente a ignorar o subestimar el mayor impacto de la ingesta alimentaria", escribió un médico y profesor en la revista Public Health Nutrition.

La evidencia está clara: el ejercicio es excelente para la salud, pero no es importante para la pérdida de peso.

¿Que realmente funciona para la pérdida de peso?

Los estudios científicos pueden darte ideas de lo que puede funcionar, pero en última instancia, eres tú tomando el control.

El National Weight Control Registry es un estudio que ha examinado los rasgos, los hábitos y los comportamientos de adultos que han perdido al menos 30 libras y lo mantuvieron durante al menos un año.

En la actualidad tienen más de 10.000 miembros inscritos en el estudio que responden a cuestionarios anuales sobre cómo han logrado mantener su peso. Comparten algunas cosas en común: Se pesan al menos una vez a la semana y restringen el consumo de calorías manteniéndose alejado de los alimentos ricos en grasa y controlando sus porciones. También se ejercitan regularmente.

Tenga en cuenta: Estas personas utilizan actividad física, conteo de calorías y cambios de comportamiento. Cada experto en la pérdida de peso dice que lo más importante que una persona puede hacer es limitar las calorías de una manera que les guste y puedan sostener, y se centran en comer sano. En general, dieta y ejercicio funcionan mejor que sólo cortar calorías, pero el ejercicio aportara sólo beneficios menores de pérdida de peso.

Tienes que pensar en tu pérdida de peso como un cambio de estilo de vida, no como una dieta. Y tiene que ser algo que funcione para ti como individuo.

Haz ejercicio para mejorar tu salud, pero no para perder peso. Y haz que sea una parte de tu vida tan necesaria como dormir.

Si has perdido peso y lo has mantenido así, ¿qué ajustes en tu estilo de vida han funcionado para ti?

miércoles, 18 de enero de 2017

No es la grasa, es el azúcar

Es una epidemia global. Estas enfermedades matan juntas, con la creencia de que una causa la otra.

En los EE.UU. los costos médicos son $147 mil millones para una y $245 mil millones en la otra. 29 millones de adultos estadounidenses lo tienen y otros 86 millones están mostrando síntomas. No te matan de inmediato - simplemente no vives tanto - y pasas años remediando tu salud y gastando mucho dinero. Estas no son sólo estadísticas. Tengo una de seguro y la otra, aunque no quiera admitirlo, tambien. Apuesto a que si usted no las tiene, alguien cercano a usted tiene al menos una de ellas.

Me refiero a la diabetes tipo 2 y la obesidad. Con todas esas muertes, vidas en peligro, y costos, esperaríamos que nuestras políticas gubernamentales estarían diseñadas para prevenirlas y las organizaciones de salud encontrarían una cura.

'Virtualmente cero'. Así es como Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), describió las posibilidades de evitar que "una mala situación empeorara". Hablando en la reunión anual de la Academia Nacional de Medicina el pasado octubre, así es como las autoridades sanitarias ven la probabilidad de éxito para frenar las epidemias mundiales de obesidad y diabetes con nuestras actuales políticas de salud pública.

En medio de una crisis de salud pública, la pregunta obvia es por qué. Se pueden imaginar muchas razones, pero la explicación más simple es que nuestra comprensión de las causas de la obesidad y la diabetes es defectuosa. Como el estudioso de Oxford Robert Burton sugirió en The Anatomy of Melancholy (1621):

"En los casos en que las curas son imperfectas, cojas y sin propósito, es muy posible que las causas sean malentendidas".

¿Son realmente malentendidas, o estamos ignorando la investigación?

La historia de investigación de la obesidad y nutrición sugiere que esto es lo que ha sucedido. En las décadas anteriores a la Segunda Guerra Mundial, los investigadores clínicos alemanes y austriacos habían concluido que una alteración hormonal era la causa de la obesidad común. A partir de los años sesenta, otras investigaciones relacionarían esa alteración con el azúcar en nuestras dietas.

Pero la posibilidad de que el azúcar fuera culpable fue rechazada por una comunidad de nutrición que, en la década de 1970, se fijó en la grasa dietética como el desencadenante de nuestras enfermedades crónicas. Ahora, con una convincente nueva investigación, es hora de reconsiderar nuestro pensamiento causal sobre la obesidad y la diabetes, y la posibilidad de que el azúcar esté jugando el papel crítico.

Hoy en día, cuando los investigadores y las autoridades de salud pública discuten su fracaso para detener la marea creciente de obesidad y diabetes, ofrecen la explicación de que estos trastornos son "multifactoriales y complejos". Implicando que el fracaso es de esperarse. Debido a que la obesidad y la diabetes tipo 2 están estrechamente asociadas, tanto en individuos como en poblaciones, la presunción es que la obesidad - o la acumulación de exceso de grasa - es la causa de la diabetes.

Por esta lógica, lo que cause obesidad causa diabetes tipo 2 también. Y la causa fundamental de la obesidad es: un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las calorías quemadas por nuestro cuerpo.

Este concepto, tan simple como parece, forma la base de la investigación sobre la obesidad desde la prevención hasta el tratamiento y, por asociación, la diabetes tipo 2. Como tal, también ha moldeado cómo pensamos sobre el papel de los azúcares refinados o "añadidos", y específicamente, la sacarosa (azúcar de mesa) y el jarabe de maíz de alta fructosa.


¿Qué tratan de hacer las organizaciones de salud, pero están fallando?

La OMS y otras organizaciones de salud han argumentado recientemente que el azúcar y las bebidas azucaradas deben ser reguladas. Pero lo hacen debido a las "calorías vacías" - no porque el azúcar cause la enfermedad. Con este pensamiento, engordamos porque comemos demasiado o hacemos poco ejercicio. La solución es comer menos y consumir azúcar con moderación o tener más actividad física. Un reciente artículo que escribi es un ejemplo común del énfasis en cambiar nuestro comportamiento para consumir menos calorías.

De acuerdo a esto, las calorías es la única variable a controlar en el sobrepeso. En la década de 1960, se había convertido en un mantra de la nutrición e investigadores de la obesidad. Sólo las calorías contaban cuando se trataba de entender y tratar la obesidad humana.

¿Qué tiene que decir la industria de alimentos procesados sobre el azúcar?

La industria se ha aprovechado de ello. Si el azúcar fuera tóxico, con propiedades que nos hacen acumular grasa o hacerse diabético, entonces se requeriría la regulación. Si todo lo que hace el azúcar es añadir calorías a la dieta, al igual que cualquier otro alimento, entonces es, en efecto, benigno. La industria de alimentos procesados se embarcó en 1956 en una ofensiva publicitaria para descartar informes de que el azúcar "engorda". Lo hicieron sobre una base científica de que "todos los alimentos proporcionan calorías y no hay diferencia entre las calorías que provienen de azúcar o bistec o pomelo o helado".

¿Es correcta la hipótesis de desbalance energético para entender la obesidad?

Una hipótesis diferente ha existido durante más de un siglo. En ella, la obesidad no es un desbalance energético, sino un trastorno hormonal y metabólico, resultado de una «perturbación endocrina». Formulado en la década de 1930 por Eugene Du Bois, en ese entonces la principal autoridad estadounidense sobre el metabolismo.

Por esta lógica, los alimentos que comemos influyen en la acumulación de grasa no debido a su contenido calórico, sino debido a su contenido de macronutrientes, las proteínas, grasas e hidratos de carbono que contienen. El cuerpo humano orquesta la cuidadosa "partición" de los macronutrientes que consume, determinando si serán quemados, almacenados o usados ​​para reconstruir tejidos y órganos. La teoría del trastorno metabólico propone que la desregulación de este sistema equilibrado explica la obesidad y la diabetes que lo acompaña.

Esta hipótesis alternativa implica que el azúcar tiene efectos en el cuerpo humano que conduce a la diabetes y la obesidad, independientemente de las calorías consumidas. Por esta manera de pensar, los azúcares refinados son de hecho tóxicos, aunque a lo largo de años o décadas. Acumulamos grasa y somos diabéticos no necesariamente porque comemos demasiado azúcar, sino porque tiene efectos fisiológicos, metabólicos y hormonales únicos que desencadenan estos trastornos. Al concebir la obesidad como un problema causado por el consumo excesivo y la inactividad física, los investigadores tomaron un defecto fisiológico - el exceso de acumulación de grasa, y lo convirtió en un problema de comportamiento.

¿Y por qué pensar asi? 


Debemos volver a la historia.

En los años 30, los investigadores alemanes y austriacos habían concluido que la obesidad debía considerarse un defecto hormonal o metabólico. Vale la pena destacar que las comunidades de investigación alemanas y austriacas fueron pioneras en todos los campos de la ciencia relevantes para entender la obesidad - incluyendo nutrición, metabolismo, endocrinología y genética. Dominaban la ciencia médica, tal como hicieron con la física y la química durante la Segunda Guerra Mundial.

El propósito de una hipótesis en la ciencia es ofrecer una explicación de lo que observamos. ¿Cuántas observaciones se pueden explicar o predecir con esta hipótesis? Una buena hipótesis explicaria el 100% de ellas. Sin embargo, la hipótesis del desbalance energético no explica nada. No puede explicar por qué las calorías están atrapadas en el tejido graso en lugar de quemarse. O por qué la grasa se acumula de manera diferente en hombres y mujeres.

Cualquier hipótesis de la obesidad tenía que explicar por qué el tejido graso de los obesos es tan ávido en el almacenamiento de calorías convertidas en grasa, en lugar de permitir su uso metabólico y proporcionar energía para el cuerpo.

En esta concepción hormonal/reguladora, la excesiva acumulación de grasa provoca hambre e inactividad física, no al revés. Este concepto compara el tejido graso de una persona obesa con el de un tumor maligno. Al igual que el cáncer, es independiente, fuera de los controles del cuerpo. El tejido graso absorbe las calorías de la sangre y las acumula (tejido graso) o les da un uso local(como lo hace el cáncer), independientemente de cuánto la persona coma o haga ejercicio. Con la obesidad, el tejido adiposo vive para sí mismo y no encaja en la gestión reguladora del cuerpo.

En 1940, cuando Hugo Rony, endocrinólogo de la Northwestern University de Chicago, publicó el primer tratado académico sobre la obesidad en los Estados Unidos, afirmó que la hipótesis hormonal/reguladora era la aceptada por las autoridades europeas.

Y luego desapareció. La comunidad de investigación médica alemana y austriaca se evaporó con el ascenso de Hitler, y el nexo de la ciencia médica cambió de Alemania y Austria a los Estados Unidos. La concepción de la obesidad como un trastorno hormonal regulador se desvaneció.

¿Qué muestran los estudios en animales?

A pesar de su aceptación casi universal, la teoría del desbalance de energía permaneció en desacuerdo con gran parte de la ciencia. Modelos animales de obesidad - inicialmente discutido en la literatura a finales de 1930, apoyó el concepto de trastorno metabólico. Los animales obesos manifestaban un "apetito pervertido". A medida que crecían, estaban excesivamente hambrientos y consumían grandes cantidades de comida. Acumulaban más grasa, incluso cuando no comían mucho más. Los animales de control, a menudo compañeros de camada, permanecieron esbeltos.

Cualquiera que haya sido el defecto o falla fundamental que causaba que estos animales acumularan grasa excesivamente, el comer en exceso podía ser descartado. El defecto hizo que las células acumularan calorías como grasa o suprimieran la capacidad del animal para quemar ácidos grasos como combustible. O ambos.

¿Ayudarán las nuevas herramientas de investigación?

No fue hasta los años 1960 que los investigadores explicarian los mecanismos básicos en la acumulación de grasa. Se requería una tecnología que permitiera a los investigadores medir con precisión el nivel de hormonas que circulan en el torrente sanguíneo. Este fue el trabajo de Rosalyn Yalow, un físico médico, y Solomon Berson, un médico. Finalmente se podría contestar: ¿qué hormonas regulan el almacenamiento de grasa en las células de grasa y su uso como combustible para el resto del cuerpo?

Las respuestas comenzaron a salir del laboratorio de Yalow y Berson y fueron rápidamente confirmadas. Prácticamente todas las hormonas trabajan para mover hacia afuera los ácidos grasos en las células de grasa para que puedan ser utilizados como combustible. Excepto la insulina. Con altos niveles de insulina en nuestra sangre, almacenamos grasa y usamos glucosa como combustible; con niveles bajos de insulina, quemamos grasa en su lugar. En diabeticos sin tratamiento, puede ocurrir una condición llamada Cetoacidosis diabética. Sin insulina, el cuerpo no puede utilizar como energía la glucosa extraída de los alimentos y quema grasa en su lugar. Es una condición peligrosa y sin tratamiento puede ser mortal.

Yalow y Berson describieron la insulina como una hormona "lipogénica", o hormona formadora de grasa. Esta señal lipogénica debe apagarse, o por lo menos silenciarse significativamente, para que las células de grasa liberen su grasa almacenada y para que el cuerpo la metabolice en energía.

Con la teoría del balance de energía, el propósito de una dieta de reducción de peso sería la restricción de calorías. Con la teoría metabólica, el propósito sería reducir la insulina. Pero cuanto más carbohidratos consumimos, y particularmente azúcares, más altos serán nuestros niveles de insulina.

El papel potencial de la insulina en la obesidad fue demostrado por una segunda revelación en la investigación de Yalow y de Berson. Tanto los diabéticos tipo 2 como los obesos tienden a tener niveles elevados de azúcar en la sangre y niveles anormalmente altos de insulina circulando en la sangre. Esto implica que las células son resistentes a los efectos de la insulina. A mediados de la década de 1960, los médicos y los investigadores se estaban dando cuenta de que la diabetes tipo 2 no era una enfermedad de la deficiencia de insulina, sino uno de resistencia a la insulina. Pero si la insulina es una hormona formadora de grasa y la diabetes tipo 2 es un trastorno de resistencia a la insulina, se sigue que altos niveles de insulina en la sangre podría ser la causa de la diabetes tipo 2 y de la obesidad.

Tal vez comer demasiado o poco ejercicio no nos vuelve obesos, pero es por nuestros niveles elevados de insulina o un tejido graso excesivamente sensible a la insulina, perturbado por nuestras dietas altas en carbohidratos y azúcar. Tal vez la relación entre la obesidad y la diabetes tipo 2 no es una de causa y efecto, como han dicho los médicos durante años.

Berson y Yalow lo vieron así: "Generalmente aceptamos que la obesidad predispone a la diabetes; pero la diabetes, ¿no predispone a la obesidad?", escribió el equipo en 1965.

"Puesto que la insulina es un agente lipogénico potente, la insulina elevada [crónica] favorecería la acumulación de grasa corporal ".


Si la especulación de Yalow y Berson fuera verdadera, y tenía sentido desde una perspectiva biológica, entonces la obesidad podría ser un defecto hormonal. Esta conclusión, sin embargo, dependió de explicar:

¿Por qué nos volvemos resistentes a la insulina?.

Al rechazar una hipótesis hormonal de la obesidad dos décadas antes, los investigadores de la obesidad habían predeterminado cómo responderían a esa pregunta: asumiendo que la resistencia a la insulina era causada por la obesidad, e insistiendo en que la obesidad misma era causada simplemente por consumir más calorías que las que gastamos.

Y eso es lo que hicieron.

La investigación de Yalow y Berson implicaba que las dietas restringidas en carbohidratos - y sobre todo azúcar - serían efectivas en adelgazar a los obesos. A mediados de la década de 1960, estas dietas con restricciones de carbohidratos, altas en grasa, se estaban poniendo de moda, promovido por los médicos en forma de exitosos libros de dieta como la dieta Atkins.

Nutricionistas académicos dirigidos por Fred Stare y Jean Mayer de Harvard denunciaron estas dietas como peligrosas debido a su alto contenido de grasa. Sugirieron que los médicos-autores estaban tratando de coger de bobos a los obesos con el argumento fraudulento de que podrían convertirse en esbeltos sin pasar el trabajo de comer menos.

Esta batalla siguió a través de la mitad de los años setenta, con nutricionistas académicos de un lado, y médicos-convertido en autores-libros-de-dieta en el otro. Los investigadores de la obesidad comenzaron los años 60 creyendo que la obesidad era un desorden de comer demasiado. La revolución endocrinológica, iniciada con las investigaciones de Yalow y Berson, no pudo convencerlos de lo contrario.

Centrándose como causas el comer demasiado y poco ejercicio, las autoridades sanitarias han fallado en entender las causas correctas.

¿Es el azúcar o la grasa en nuestra dieta?

Si aceptamos que la obesidad es un trastorno de regulación hormonal, entonces se explica no sólo la obesidad sino también las epidemias actuales y nuestros fracasos para detenerlas. La hipótesis actual de balance energético, como la causa primordial, está equivocada.

Los azúcares y los granos refinados que constituyen una alta proporción de nuestras dietas modernas desencadenan la des-regulación de un sistema metabólico que ha evolucionado para depender de la insulina como regulador del azúcar en la sangre y la acumulación de grasa. Por lo tanto, los mismos factores dietéticos - exceso de azúcares - pueden desencadenar la obesidad y la diabetes. Al centrarse en los problemas de comer demasiado y ejercicio insuficiente, las autoridades de salud pública simplemente no han conseguido las causas correctas.

¿No es hora de que finalmente consideramos la posibilidad de que nuestros enfoques para la prevención y el tratamiento de la obesidad y la diabetes están equivocados?

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viernes, 13 de enero de 2017

Un cigarrillo al día puede matarte

La investigación sobre el hábito de fumar continúa, y todavía muestra que es un hábito peligroso.


Fumar tan poco como un cigarrillo al día - puede aumentar grandemente tu riesgo de morir temprano. Un equipo del Instituto Nacional del Cáncer en la revista de la Asociación Médica Americana - JAMA Internal Medicine, así lo informó.

La gente está fumando sólo uno a 10 cigarrillos al día con la esperanza de que será menos peligroso para su salud. Así que los investigadores se preocupan porque sigue siendo peligroso.

"Los resultados de este estudio apoyan las advertencias de salud de que no hay un nivel seguro de exposición al humo del tabaco", dijo Maki Inoue-Choi, quien dirigió el equipo del estudio.

"Juntos, estos hallazgos indican que fumar incluso un pequeño número de cigarrillos por día tiene efectos negativos sustanciales en la salud y proporciona pruebas adicionales de abandonar el hábito de fumar beneficia a todos los fumadores, independientemente de cuán pocos cigarrillos fumen".

Las personas que fumaban menos de un cigarrillo al día tenían un riesgo 64 por ciento mayor de morir antes que los no fumadores. Las personas que fumaban hasta la mitad de un paquete al día, durante toda la vida, tienen un 87 por ciento más alto riesgo de morir antes que las personas que nunca habían fumado. El equipo examinó el historial de unas 300.000 personas que detallaban los hábitos de fumar por cada década de vida como parte de un programa conjunto de los Institutos Nacionales de Salud y AARP. En promedio, tenían 71 años cuando los investigadores examinaron su historial medico. "El tabaquismo de baja intensidad durante la vida se asoció con un riesgo significativamente mayor de mortalidad por todas las causas, incluyendo muertes por cáncer de pulmón y enfermedad cardiovascular", escribió el equipo. Cuanto antes renuncien, menores serán los riesgos, según el estudio.

Fumar es la mayor causa de enfermedades prevenibles. Mata a más de 480.000 estadounidenses cada año, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. A nivel mundial, el tabaco mata a unos 6 millones de personas al año de cáncer, enfermedades del corazón, enfermedades pulmonares y otras. Las tasas de tabaquismo se han desplomado en los Estados Unidos y ahora sólo alrededor del 15 por ciento de los estadounidenses fuman - y sólo el 11 por ciento de los estudiantes de secundaria. Sin embargo, el equipo de Inoue-Choi encontró que el porcentaje de fumadores que fuman menos de 10 cigarrillos por día aumentó del 16 al 27 por ciento entre 2005 y 2014. Y cerca del 23 por ciento de los fumadores dicen que no fuman todos los días.

"El tabaquismo de baja intensidad es una práctica transitoria para reducir el tabaquismo entre las personas que están tratando de dejar de fumar". "Sin embargo, los estudios indican que muchos fumadores de baja intensidad mantienen esos patrones de fumar durante muchos años durante su vida. Común entre las minorías raciales y étnicas que sin embargo tienen altas tasas de morbilidad y mortalidad relacionadas con el tabaco ", dicen los investigadores. Su estudio incluyó principalmente a los blancos, por lo que puede no reflejar los mayores riesgos entre los afroamericanos. Además, dijeron, puede subestimar el verdadero riesgo.

"Los fumadores son menos propensos a haber vivido lo suficiente como para entrar en nuestro estudio que los que nunca fuman, de tal manera que nuestros riesgos relativos para fumar pueden ser subestimados", escribieron.

¿Fumas? Esta es otra razón para dejar de hacerlo.

Considera remedios naturales y medicinas alternativas que podrían ayudarte a vencer el hábito.

Hazlo una resolución que debes cumplir en este nuevo año 2017.

jueves, 12 de enero de 2017

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